martes, 30 de octubre de 2012

Чупакабра



Un rumor vino de la inmensa estepa rusa, nosotros en Patagonia Norte salimos de noche para buscar al verdadero chupa cabras, el Chupa Kabra Bike.
La salida ocurrió cuando caía el sol, a las 19:57 del 27 de octubre en Villa El Chocón, fue como un salto a la nada, al aparente vacio de la estepa patagónica. Al pasar los minutos y las horas nos internamos en la noche bajo la luna llena, compenetrados en lo que para unos pocos era el mundo en ese instante, un pequeño universo de 50 ciclistas rodando sobre los caminos recién regados por la lluvias de octubre.
Escuchar el rumor de la ruedas contra la piedra es un ejercicio extraño, se escuchan desde muy lejos debido al silencio que reina en ese espacio inmenso dándole un sello patagónico a la acción.
Alguno pinchó una rueda y allí nos agrupamos para ayudar. Una vez arreglada la avería, al asiento, conversar o callar, disfrutar un espectáculo de sombras, todo tiene una significación extraordinaria, el momento lo es.

Errantes figuras recortadas sobre el horizonte, quijotes 2.0 tal vez, viajamos a través de sueños interrumpidos por una estrella fugaz invadiendo la noche con un amanecer amenazante que no alcanza, vuelve la oscuridad y nos reunimos en el PC 1, en un puesto de campo, el de la familia Lauquen que cedió su casa para nuestra comodidad, nos calentamos en el fogón y disfrutamos un simple mate cocido con un pancito que nos dieron Pía, L’Bete y Nico los responsables de tener luz, música y estimulantes frases como: pedalea viejo que estás todo entierrado, consecuencia de una caída en una bajada.   

Salimos a la noche, a lo lejos un perro anunció nuestro paso, en la oscuridad de unas picadas con muchas curvas, arañas pollito, bifurcaciones y arenales se extravió un participante, salimos a buscarlo, algunos volvimos un par de kilómetros mientras el resto del grupo improvisó una fogata para hacerse ver y contener el frío que entraba con una briza que barría la estepa. Detrás de las montañas, las historias de chupa cabras, almas en pena y gritos del abismo de los anfiteatros cercanos.
Nos encontramos en medio de las jarillas, de vuelta reunimos a todo el pelotón, nos calentamos, apagamos el fuego y a pedalear que al PC 2 aun estaba a 35 Km.

Subimos hasta un lugar conocido como la Encrucijada o Los Santitos, allí nos agrupamos, Jorge Tear y Marco Forlini contaron su travesía inicial desde Neuquén a Chocón por la ruta en la mañana para hacer doble recorrido, después continuamos con más sueño, con nuevos dolores, y con la luna apagándose, exigiendo más atención y poniendo a prueba los sistemas de iluminación que iban desde sofisticadas linternas de varios cientos de lúmenes hasta unas velitas incandescentes de mucho consumo y poca luminosidad.

El PC 2 a cargo de Pedalino, Martin y Rikko estuvo a la altura de las circunstancias, con parte del equipo averiado pudieron resolver su compromiso de ofrecer las mínimas comodidades para los bikers, lo pasamos bien aunque la preocupación creció cuando supimos, luego de un rato, que faltaba uno de los participantes, salieron dos grupos en camionetas para buscarlo, una lo encontró junto a otro ciclista, en principio pensamos que se trataba de un perdido del año pasado que aun buscaba la asistencia, pero no, era uno bien rasurado que había dado la vuelta completa y por eso se había escurrido de la planilla, Raúl Cáceres salió de Neuquén en bici, se reunió con el grupo en Chocón y siguió con nosotros para Neuquén. Todos tranquilos, de a poco el ruido característico de las bicis, al camino, con pendiente favorable hasta Las Perlas donde nos agrupamos y continuamos hasta OWE, una travesía que parece elástica, las cuadras tienen una apariencia especial para que el que ha pedaleado toda la noche, nos pasan unos borrachos en auto, otros en bici, muchos rodamos como ausentes, más de 100 kilómetros, las 7 de la mañana, solo estábamos concentrados en el desayuno y una posible cama.

Daniel, Hernán y Francisco, otros voluntarios y el Turco Antimi, OWE manager, nos esperaron con un excelente desayuno, entregamos las remeras recordatorias y nos fuimos a descansar.

Le arrebatamos la noche a un sábado, hicimos otro CHUPA KABRA BIKE, el octavo, con la mitad de participantes que el año anterior, con renovada energía, alegremente extenuados y comprometidos con hacer más aventuras de este tipo, con gente de este tipo.

Gracias a todos pudimos cumplir con el objetivo central de estos eventos: “formar un gran equipo”. Para lograrlo, no solo fue necesario pedalear mucho y bien, también sumar imprescindibles virtudes humanas: paciencia, compromiso, comprensión, responsabilidad y más. Cada uno ayudó a que hubiese ningún abandono. Tomando café con los ojos pesados por el sueño y el cansancio celebramos una victoria colectiva conseguida con el aporte individual de entrega y aptitud, ganamos todos, otorgándole sentido a los esfuerzos familiares, económicos, logísticos, de los sponsors, organizativos y humanos. Los organizadores además de agotados por la pedaleada estamos satisfechos, cumplimos con nuestro propósito, organizar un nuevo evento deportivo en el que nadie sienta que ha perdido.

Hasta la próxima aventura.

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